Escritura automática... ¡puede llegar a ser muy divertida! La cosa es fácil: consiste en escribir aquello que se nos ocurra, lo primero que se nos venga a la cabeza... y al animador del taller literario, en este caso Irune, poco a poco, irá diciendo palabras que hemos de insertar en el texto que estamos escribiendo, pero de una manera coherente...
Las palabras que Irune ha ido introduciendo, han sido las siguientes, y han sido dictadas en el orden que se indica: organización escolar, escarabajo, bandera, escobazo y competición.
A continuación, exponemos el resultado de haber participado en este mini taller literario:
¿Quién dijo problema?
Tengo muchas cosas que hacer, lo principal, leer el libro de inglés, mañana hacemos el comentario y ni siquiera he tenido tiempo de abrir el libro por la primera página, ¡y la DECA!, el dossier... ¡es que ni he copiado el enunciado!, y pocas son las ganas que tengo de buscar la cita de Mateo, capítulo X, versículo Y...
Evidentemente, no he tocado los apuntes de bases, y el examen es la semana que viene, igual que el de inglés y el de la DECA, y... y... ¿y por qué los días no tienen 48 horas? Todo parte de la base de que nos hemos de organizar, llevar un horario nos ayuda a estructurarnos, y es algo que desde niños nos deberían enseñar, así pues, yo voto por la organización escolar, enseñar a los niños a coger las riendas de su vida para, el día de mañana, no sentirse como un escarabajo que se esconde bajo tierra cuando los problemas le llegan y no saben cómo afrontarlos.
Si desde pequeños aprendemos cómo desarrollar ciertas estrategias para resolver nuestros problemas, podremos culminar y llegar a la cumbre de esa montaña y maraña de inconvenientes, y clavar nuestra bandera en señal de conquista de esos mundos inexplorados, pero, si no hemos aprendido cierta organización, pueden darnos un escobazo y señalarnos el camino hacia la puerta, pues lo queramos o no, esta vida es una competición.
¿Conocéis al rey de las cosas pequeñas? Sí, es Luis Piedrahita… y en un intento de acercarnos a lo que una cosa pequeña puede sentir, nos hemos hecho pasar por la primera cosa en la que hemos ido a pensar; en mi caso, se trata de un muñequito de goma en forma de Winny the Pooh, ¡sí, sí!... de esos que se cuelgan en el móvil, y esto es lo que se ha escrito:
Soy un muñequito de goma que en un principio colgaba lustroso en el móvil de mi dueña, a todos gustaba y todos me querían ver; me encantaba que el móvil recibiera una llamada, pues mi dueña me acercaba a su pelo que olía muy bien. En esos momentos, mi vida era genial, pero un nuevo muñeco llegó a suplir mi lugar, y acabé en una mesilla, como un adorno cualquiera.
La vida era un poco aburrida pero, al menos nadie me molestaba… y así fue hasta que llegó un día en el que mi paz se vio perturbada: sentí una zarpa que de mi rincón me arrancaba, y acto seguido, por el frio suelo rodaba… ¡y la pesadilla no había acabado! Unos afilados dientes me aprisionaban y me paseaban por esa casa por la que mi dueña antes me llevaba… y de pronto… ¡oscuridad!, divino mueble bajo el que fui a parar, dichoso gato que con su maligna zarpa me intenta alcanzar, pero no llegó, ¡menos mal!
Tuve tranquilidad durante poco tiempo, porque una escoba me vino a buscar, ¡que traidora mi dueña que me descubrió, y al gato me entregó!, y ahí estaba de nuevo el minino, dispuesto a jugar conmigo… ¿qué voy a hacer?, resignarme, pues este es mi nuevo papel…
He aquí dos ejemplos que podemos llevar a nuestras aulas, para ayudar a los niños a que puedan desarrollar su imaginación. Los resultados pueden ser muy divertidos, y sobre todo… ¡sorprendentes!
:) Te lo anoto.
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