Contenidos Voluntarios

¿Dónde quieres ir?

jueves, 19 de enero de 2012

No es un adiós, sino más bien... un hasta luego...

    Muchas veces nos cuesta decir adiós… ese momento en que el tiempo se detiene, todo queda suspendido en el aire, las manos de los que se despiden quedan enlazadas, las pupilas dilatadas y los ojos anegados en lágrimas, y en los labios, temblorosos… pende de un hilo la palabra maldita que no queremos pronunciar… adiós…

    No sé cuantas situaciones nos pondrá la vida por delante, en las que tengamos que decir tan corta palabra, yo prefiero decir un escueto “¡Hasta luego! Pronto nos veremos…” que un lúgubre adiós, porque esto significa que todo acabó…

    Hoy me ha dado la vena melancólica, de esa que en algún momento todos tenemos que nos hace recordar cosas que preferimos olvidar, y que inevitablemente, nos entristece haciendo que pocas cosas consigan sacar de nosotros una leve sonrisa que nos pueda, a nosotros mismos, engañar. Hoy ha sido una de esas clases tristes, porque te das cuenta, que lo que una vez no quisiste empezar, ahora no quieres acabar, y recuerdas como muchas otras cosas que acabaron ya no volverán…

    Hoy es cuando hemos recordado a nuestros antiguos maestros… ¡aquellos que tanto lidiaron con nosotros!, y es hoy cuando no he podido evitar recordar…
 
    No sé cuántos libros tengo en mi casa… ¿100?, ¿200?... nunca los he contado, ¡ni los voy a contar!, porque el número no deja de crecer… pero si sé de donde me viene tal afición. La primera que empezó a introducirme en este mundillo (como ya dije alguna vez…), fue mi madre… tras ella, debo dar las gracias a mi profesora de 3º de EGB, que hacía mucho ruido con su bote de cristal sobre la mesa, pero sabía en qué momento se debía regalar un libro que te consiguiera enganchar…

    Tras ella vino mi profesora de 5º de EGB… ¡qué malas pulgas tenía!, pero que bien nos hacía leer… se montaba unas obras de teatro impresionantes con tal de acercarnos el mundo de la literatura a nuestro aula, y después… 8º de EGB… ¡vaya curso difícil!, pero curiosamente, fue el único que a la primera aprobé… pues… podríamos decir, que de pequeña, eso de estudiar no iba conmigo mucho que digamos…

    Y nos metemos en la etapa de BUP y COU, y aquí sí que me quiero detener un poco más… recuerdo a todos y cada uno de los profesores que han pasado por mi vida, y no quiero desmerecer a ninguno de ellos, porque como bien hemos dicho hoy, de cada uno aprendemos… pero sí quiero destacar a dos personas, que de algún modo, marcaron el camino que he seguido hasta lo que soy hoy por hoy…

    Ambas profesoras a las que quiero recordar, me enseñaron lo que es amar… amar la literatura sin más, pero no solo de la literatura he de hablar si a ellas me quiero referir...

    Una de ellas confió en mí, no dio su brazo a torcer cuando yo lo di, me recogió cuando caí, y me levantó a lo más alto diciendo que “podía dar mucho de lo que había dentro de mí…”, obligó a muchos a retractarse sobre lo dicho pues… podríamos decir, que ningún profesor daba “ningún duro” por mí… y ahí sigue, dando sus clases después de tantos años de lidiar con alumnos tan negados como yo lo fui; sigue manteniendo su escudo de “dura profe”, pero es un escudo que se le resbala hasta los pies, cuando nos ve a los antiguos alumnos volver… ¡Gracias a mi tutora de COU estoy donde me veis!

     La otra de las profesoras… ¡bueno! Hay tanto que decir… la llamábamos “La Chispi”, ¡por lo poquita cosa que era!, pero… a mal genio nadie la ganaba… Ilusos de nosotros cuando creíamos que la engañábamos a la hora de decir la lección. Al principio, esta pequeña GRAN profesora, me llamaba como a mis hermanas (es lo que tiene que toda la familia haya ido al mismo “cole” durante muchos años, que acaban mezclando nombres…), y terminó por adoptar mi segundo apellido para así no confundirse con hermanas o primas: ¡Señorita Fraile!...

    “La Chispi” era literatura andante, vivía por y para la literatura, cada palabra que escribía… ¡sonaba cual melodía!, recuerdo una ocasión, en la que debía ser primavera, pues ya hacía calor y estábamos todos muy revolucionados… la pobre mujer gritó y gritó… ¡y encima de una silla acabó!, para que así la viéramos mejor, pero… no funcionó y optó por otro camino, leernos poesía, ¡todo el mundo calló!

    Un gesto muy característico de esta mujer, era ponerse el dedo en la nariz… ¡cuánto nos reímos entonces y cuanto ahora con ello nos gustaría reír!... ¿y su cara cuando íbamos al colegio a verlos a todos ellos y les informábamos de nuestro progreso en ese camino llamado vida?, reflejaba ilusión, esperanza, confianza… nos daba fuerza para seguir…

    Ahora, cada vez que volvemos al cole, a nuestro cole, falta algo… es cierto que muchos de los profesores que me dieron clase a mí, ya están retirados, rodeados de pequeños nietos que se las hacen pasar canutas… ¡pero ya se saben todas!, no sucede así con “La Chispi”, a la que hace un par de años tuvimos que despedir… y como bien dice el video que en clase vimos hoy, la anciana que sembró las semillas no las vio crecer, pero lo hicieron y hasta se reprodujeron…

    El pabellón del colegio en el que están las pistas de futbol, baloncesto y demás… ¡estaba a reventar!, no podían caber más alumnos… ¡de todas las generaciones!, y todos los profesores que alguna vez trabajaron en “El Pilar”… y es que ese día, fuimos una gran familia que volvía al hogar, ya no para despedir a una persona, sino para decirla: “Aquí estamos, somos tus frutos, las semillas germinaron, ve tranquila que nos volveremos a ver…”

    En definitiva… he tenido muy buenos ejemplos a seguir, y no voy a negar que los sigo teniendo… pero cada uno de nosotros debemos recoger lo bueno que vamos encontrando en el camino, para formar nuestra propia personalidad, aquella con la que si es sincera, lograremos brillar.

    Pensemos por qué queremos ser maestros, pensemos cuánto por ello vamos a luchar; carguemos nuestras mentes con las armas de la inteligencia y… ¡ahora sí!, es el momento de echar a caminar…

Con G de Glíglico!!

    La clase ya tocaba a su fin, cuando alguien mencionó “La rayuela”, y eso… ¿qué es?, supimos que era una novela de un tal Julio Cortázar, escritor argentino, considerado como uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo. 

    Cortázar rompe moldes inventando personajes que incluso tienen su propia manera de entenderse: el glíglico… Y si nombramos el glíglico, obviamente debemos nombrar la obra  de la que sale tal lenguaje: “Rayuela”, del que reproduciremos un fragmento del capítulo 68 para que nos hagamos una idea más aproximada sobre lo que estamos hablando:

    “Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia.

    Quizás una lectura rápida, no consiga darnos pistas sobre el tema que se está tratando… y puede ser que una segunda lectura más lenta, siga dejándonos algo confusos ante el texto que creemos estar leyendo, y es que así de particular es el glíglico… es un lenguaje que no sigue la norma, un lenguaje que nos obliga a mirar más allá de la palabra convencional, algo con lo que nosotros mismos debemos volar y para lo que nos tenemos que dejar llevar… es un abrir nuestra mente a lo extraño, a lo infinitamente raro… que precisamente por raro, es bello…

    Todos creemos hablar el mismo idioma (al menos, todos los que en clase de literatura nos reunimos), pero muchas veces hablamos, y ni entre nosotros nos entendemos, porque nos centramos en oír solo aquello que queremos escuchar, y de eso precisamente trata el tema del glíglico… de no solo escuchar, oír o agarrar aquellas palabras que nos interesa atrapar, sino que el todo, es el que nos da sentido, el que nos hace imaginar, pensar, volar, conocer, reír… y por qué no… llorar… eso es el glíglico, el lenguaje de todos y cada uno de nosotros que solo en nuestro pensamiento existe, pero… que podemos lograr dar a entender a los demás, si así nos lo proponemos… solo hay que escuchar, comprender, interpretar, dar sentido y… sobre lo que no se entienda… ¡preguntar! O es que acaso… ¿nunca habéis inventado un lenguaje extraño con el que poderte comunicar, sentir, entender o incluso enamorar a una persona? Seguro que sí, pero… apuesto lo que sea, a que solo estáis pensando en aquel lenguaje que usa las palabras como vehículo de expresión… pero como de palabras en literatura estamos hablando, que mejor modo de mostrar lo que para nosotros es el glíglico, que inventandolo... 

"Cierto día, en un patio poco conocido, de un colegio cualquiera, una pareja de niños se hallaba enfrascada en lo que parecía una interesante conversación.

Se encontraban un poco alejados del resto del grupo, agazapados tras un pequeño arbusto, hablando en voz bajita… ¡muy bajita!, y de vez en cuando, furtivas miradas se dirigían al resto de grupo en cuestión…

-    ¡Tino, tino!, tiatisi tino tipotidetimos tilletivar tia ticatibo tiel tiplan, tiportique tisi tino titotidos tise tivan tia tientitetirar… -decía Beita- titetinetimos tique tienticontitrar tia tialtiguien tique tiatipotiye tinuestitro tiplan…

-    ¡CeQue ceno ceBeíceta! ceTu ceescecucecha cemi ceplan… cetraicego ceel ceracetón ceen cela cemocechicela, cey cecuancedo cetocedo ceel cemuncedo cese cehaceya cesencetacedo… ¡celo cesuelceto! – replicaba muy resuelto Javierito…

-    TiPetiro tiJativitietiritito, tiel tiratitón tihatice tiruitido, ¡tiy tilo tivan tia tiotiir!, titentidrítias tique tientitrar tien ticlatise ticuantido titotido tiel timuntido tiestitutivitietise tisentitatido,ti y tisi tila tiprotife tientitra tiantites tique titú, ¡tino tipotidrás!

-    ¡CePocerras ceBeceíceta! ceDecebeceríceacemos ceir cea cehaceblar cecon ceticeta ceIcerucene, ceecella cesacebrá cecócemo cepoceder ceaceyucedarcenos, ceporceque ceme cehuecelo ceyo… ceque ceesceto cede celas cetrascetacedas cele cegusceta cetanceto cea ceecella cecocemo cea cenocesocetros…

Y dicho y hecho, Beíta y Javierito abandonaron su cómodo y secreto rincón para ir en busca de Tita Irune; pero no podían imaginar que, al salir de allí, algunos de sus compañeros les estaban esperando para cortarles el paso y enterarse de aquello que habían estado tramando.

-    ¡¡Voposopotrospo nopo tepenépeispi nipi ipidepeapa!!– dijeron los dos pequeños a la vez.

-    ¡¡¡Ya estáis otra vez diciendo cosas raras!!! ¡¡¡Parad de una vez!!! – Respondieron sus compañeros.

En ese momento, Tita Irune llegó y vio lo que estaba pasando; así que pregunto a aquellos niños por qué molestaban a Beíta y Javierito.

-    ¡¡¡Están hablando cosas raras… ¡¡Seguro que traman algo!!!

-    etognemog artogseuvog rirbogaog euqog siénogetog. – Dijo Irune.

Al oír a Tita Irune hablar de aquella forma tan extraña, el resto de niños huyeron despavoridos mientras se quejaban; pero Beíta y Javierito comenzaron a reír ruidosamente…

-    Ogoglaog ramogartog arogapog seog onog isog siécogahog olog acognuNog ??amogoidogiog ortogseuvog neog odognalbogahog siátogseog éuqog roPoG¿¿ - Preguntó Irune a los pequeños traviesos.

-    CeVecerás… ceEs ceque ceJavierito cey ceyo cehecemos cepencesacedo ceque…  - Comenzó diciendo Beíta.

-    ¡¡TiUntia tiratita!! – Continuó Javier.

-    ??atogarog anogUoG¿¿ - Preguntó Tita Irune sorprendida.

-    CeSí… ceEs ceque cehecemos cepencesacedo ceque cepocedícea ceser cediceverceticedo cey cegracecioceso cemeceter ceucena ceraceta ceen ceclacese… ¡¡¡ceA cever cequé cehacecen celos cecomcepaceñeceros!!! – Respondió la niña.

-    ilogiMog yog ilogiPog omogocog sioSog !!!?heog¿ ogoglaog odognamogartog erpogmeiSoG¡¡¡

-    Porpofiiiiipi… - Suplicaron los pequeños a la vez.

-    !!!ZEVog ATogSEog ROPog OLogOSog ORogEPog¡¡¡ …arogusogevogartog alog reogcahog siédogopog …neibog átogsEoG

Y, de esta forma, los dos niños fueron muy contentos en busca de su pequeño ratoncito…"


    Suponemos que, por lo general, la mayoría de la gente ha entendido siempre la creación literaria como una actividad individual; de hecho, incluso nosotros la habíamos entendido de esa forma durante mucho tiempo. Pero, a veces, de una simple conversación surge la idea que te hace entender que, quizás, el planteamiento que tenías acerca de algo era equivocado.

    Y esto es, precisamente, lo que nos ha pasado con la literatura…

    Porque, de repente, nos pudimos dar cuenta de que el hecho de haber realizado una entrada conjunta no era simplemente una idea original…

    Conforme pasaba el tiempo nos íbamos dando cuenta de que la literatura aceptaba perfectamente el trabajo en equipo, así que comenzamos a percibir la creación literaria de forma distinta a como la habíamos planteado hasta ese momento; de repente nos vimos mucho más sueltos, entendimos que incluso el estilo literario de dos personas puede llegar a entremezclarse hasta conseguir algo único y divertido e incluso comprendimos que se podían pasar grandes momentos creando literatura en buena compañía.

    Entonces observas que las palabras y las ideas que surgen no sólo te hacen disfrutar de la actividad, sino que son capaces de fortalecer los lazos de la amistad e incluso te sirven para conocer aún mejor a esa persona que tienes al lado…

    Y es que, si lo pensamos fríamente… ¿¿Por qué no utilizar la creación literaria para conocer mejor a tus seres queridos?? ¿¿Qué tiene de malo el hecho de emplear la literatura para enseñar a la gente a trabajar en equipo de una forma mucho más agradable?? ¿¿No os parece que debemos olvidar ciertos prejuicios y abrir un poco más  nuestra mente en relación a la literatura??

    Porque la palabra escrita deja constancia de todo este proceso llevado a cabo… y por más que leemos y releemos lo escrito, no podemos hacer otra cosa que sonreír… ¡¿Meter un ratón en clase?!... ¡vamos!, seguro que eso no es cierto… ¡pues sí! Personajes verídicos, para historia más que cierta, pero… ¿¿cómo se nos ocurrió llevarlo a cabo?? ¡¡Fácil!! ¿Comienzo de la historia?... ¡Una palabra!: GLIGLICO… pero qué porras es eso??? Respuesta… ¡jolín! ¿pero es que nunca te has inventado un lenguaje secreto que solo quien tu quisieras pudiera conocer¿¿??

    Y a raíz de dar a conocer el ejemplo… el resto vino solo¡!

    ¿Qué decir sobre el hecho de haber trabajado juntos? Ummmm… fácil, divertido, ¡fresco! (y no es que se colara un viento gélido por la ventana que da al jardín, no…), ha sido… ¡como dos mentes en una!, si a uno se le ocurre una cosa, ¡enseguida el otro lo complementa! Como el refranero español (muy sabio él…) nos vendría a decir… TODOS A UNA, ¡COMO FUENTEOVEJUNA!, y es que este es el resultado de unir a dos personas con un mismo interés, pero… ¿Qué interés? No es otro que demostrar, que el glíglico, en nuestro mundo, no hace más que existir, así pues, no podemos más que decir…

    ¡BIENVENIDOS A NUESTRAS HISTORIAS CONTADAS EN CLAVE G! (G…de Glíglico!!!)


...Javierito y Beíta...

¿...Y por qué no...?

    De sobra es conocido que eso de la tecnología, a pesar de ser “una informática rural que quedó anclada en la era de la piedra”, me gusta. Y creo que ya todos sabemos más o menos, que aplicarlo a la educación no solo me parece favorable para los niños, sino para los profesores también… ¡incluso para los padres!, que de esta forma pueden “controlar” algunas de las creaciones literarias que sus hijos llevan a cabo… ¡sí, sí!, digo creaciones literarias porque es mi siguiente propuesta:

    Ya hemos visto, que un taller de creación literaria requiere de un espacio en el que poder reunirnos, con un moderador que nos guie en tan laboriosa tarea… lo que supone que solo podamos compartir las ideas de aquellas personas que viven dentro de nuestro entorno más cercano (nuestro pueblo, barrio, ciudad…), pero ¿por qué no ir más allá?, ¿por qué no compartir experiencias, conocimientos, y el disfrute por la escritura con las personas que más lejos se encuentran?

    Hace poco, y refiriéndonos a la RAE, salió a relucir en clase un tema un poco espinoso: la identidad de los españoles… ahora, la palabra “solo” ¡ya no se acentúa!, y se especuló con la posibilidad de que nuestra tan EspaÑola Ñ pudiera desaparecer… Cabe pensar que los españoles no estamos lo suficientemente orgullosos de nuestro país, cabe pensar que somos minoría ante una mayoría aplastante, ¡cabe pensar que nos están tendiendo una emboscada!, pero también cabe pensar, que no nos damos a conocer…

    Como bien sabemos, este año tuvimos la suerte de recibir a un grupo de adolescentes puertorriqueños que me sorprendieron… ¡y de ahí que diga que tuvimos suerte!, porque demostraron tal interés en España, nuestras costumbres, nuestras palabras características y las expresiones típicas del país, nuestra comida, ¡nuestros lugares de interés!, que me dio en algo que pensar... : España no se da a conocer.

    Así pues, uniendo la creación literaria, y el darnos a conocer al tiempo que conocemos la cultura de otro país, propongo un nuevo proyecto… ¡Taller de escritura creativa 2.0! y… como de todo hay en la viña del Señor… antes de colgar nada en el blog, y previendo que con lo avanzado que está el mundillo de internet, algo similar habría… primero busqué, y esto es lo que encontré:

“Esta versión 2.0 de nuestro taller de escritura creativa tradicional, está dirigida a todos aquellos que:

—Desean mejorar su capacidad para contar historias —es decir, que están interesados en un taller de escritura creativa.

—Sienten curiosidad por comprender mejor el proceso por el que el mundo web está suplantando al mundo del tradicional libro de papel, y cómo afecta este proceso a las historias que nos contamos y a los nuevos registros emergentes que se abren al oficio de narrar.

—Sienten curiosidad por aprender a manejar sencillas herramientas tecnológicas de carácter doméstico que les permitan incorporar a sus escritos fotografías, clips de imágenes en movimiento, links y otros recursos digitales.

—Necesiten afianzar su relación con las inmensas posibilidades que hoy ofrece internet, no solo en sentido creativo, también desde un punto de vista práctico e intelectual.

—Piensen que se aprende mejor en compañía y que puede ser provechoso aportar su deseo de contar historias a un grupo en el que sumar esfuerzos y donde el aprendizaje surja de una acción en común.” (Extracto obtenido de http://www.taller-de-escritura.es/)

    ¡Vaya! Mi idea ya estaba captada… lo que significa que si hay más personas que piensan como yo, podemos llevar lo de la creación literaria más allá, ¡y hacerlo realidad!
Propongo que entréis a la página de Taller de Escritura, y echéis un ojo a todo lo que se nos dice, pues es mi idea inicial, pero están tan bien explicado, que no merece la pena ampliarlo más… ¡excepto! en una cosa… ya que tenemos a hijos conectados a la web 2.0, padres que también se manejan en el torbellino de información que nos dan este tipo de aplicaciones, y profesores (o monitores, o animadores… llamémosles como queramos…) que se ofrecen a participar en la locura llamada internet, ¿por qué no ahora, enseñamos a padres e hijos a escribir a la vez?, que cada uno aprenda del otro y se inviten a participar en los escritos a través de los que vayan construyendo su realidad.

   
Mundos fantásticos y paralelos en los que la familia encuentre otro ámbito más en el que reír, llorar, conocerse… ¡qué más da!, el caso es que jueguen a formar, aquel hogar que les ayude a conocerse un poco más, implicarse en la tarea educativa de los niños, si cabe… ¡aún más!, y juntos puedan leer, al cabo del tiempo, en lo que consiguieron (unidos) creer…


La coexistencia... es posible!!!

Alas de papel tus hojas parecían,
Volando al son del viento que en la tarde acaecía.
Libres volaban tus palabras,
Nosotros las escuchábamos en la noche que ya caía.
Los tiempos pasan, el reloj no para,
Y ahora esta vieja historia contamos,
A la tenue luz de una vieja lámpara,
Esperando que el destino diga qué encontramos.
El viejo va, el nuevo viene,
El camino ha encontrado,
Lo que por mágico la gente tiene. 

    De esta forma quiero empezar esta nueva entrada, que se encuentra muy unida a la anterior que ya hice: “Elección difícil… ¡me quedo con este!” 

    Será defecto de formación, será que todos queremos unir en un solo pack aquello que nos gusta y nos interesa… ¡no sé que será!, pero sí sé, que tecnología y educación, son palabras que pueden ir unidas si todos conseguimos entender el fin. 

    Si echamos una mirada a la historia, podemos ver los inicios de los libros de texto que ya comenzaban a ser vistos en las aulas de nuestros antepasados; y si los comparamos con muchos de los libros utilizados por los niños de hoy en día, encontramos dos similitudes: la primera de ellas tiene que ver con eso de que nuestros libros sean textos documentales, con los que el maestro sabe que tiene un arma de doble filo, pues pueden pasar de ser un material de trabajo a convertirse en un instrumento de adoctrinamiento en un abrir de ojos. La segunda de estas similitudes, tiene que ver con el aspecto didáctico del mismo: los capítulos son abordados de manera lineal y de uno en uno, lo que influye en la forma de dar clase del profesor, y además, no deja vía libre en muchos casos (como ya dije en mi entrada anterior) a la investigación, creatividad y aprendizaje autónomo. Así, vamos un pelín mal si queremos lograr parte de ese tan ansiado éxito escolar.

    Como hemos oído decir tantas y tantas veces, vivimos en la era de las tecnologías, en la era en la que al alcance de un clic, podemos trasladarnos desde España a China pasando por Londres en menos de cinco minutos, es la era en la que todo lo podemos pero nada creemos… 

    Nuestros niños están familiarizados con el ámbito de todo aquello que a nuestros mayores, “se les queda un poco grande”; nadie les ha explicado a esos pequeños seres, cómo conectar una Xbox a la televisión, pero lo hacen… nadie les ha contado cómo mover el mando de la Wii para poder tirar todos los bolos, pero experimentan, y lo consiguen… la mayoría de estos niños de la era tecnológica, saben mandar mensajes de texto con un móvil, cuando aún algunos de nuestros padres creen que pedimos socorro cuando hablamos de un “sms”… 

    En definitiva, muchos de estos niños manejan las tecnologías mejor que los propios libros que a diario utilizan, y (como ya hemos dicho mil y una veces…) estos “aparatejos” que a menudo parecen tener vida propia… les gustan, ¡y les enganchan! 

    Hace mucho tiempo, allá por la Edad Media, comenzaron a aparecer cierta variedad de herramientas pedagógicas, entre las que encontramos los manuales escolares. Si seguimos con el siglo XIX, vemos de la amplia libertad que los maestros tienen, al escoger uno u otro libro de esta o aquella editorial, y si viajamos hasta el siglo XX, podemos preguntarnos qué funciones cumplen los libros: económicas, documentales y didácticas; así la pregunta que cabe hacerse es: ¿podemos ir un paso más allá y proponer un libro virtual? 

    Muchos son los que apuestan por seguir el estilo tradicional aferrándose a viejas creencias, pues parece ser que si ofrecemos al niño un e-book o iPad, no sólo no estudiará sino que se distraerá más… y muchos son también los que opinan que debemos preparar a nuestros niños para el futuro y no solo debemos basar la enseñanza en lo que ya se enseñaba hace 30 años (por no decir más tiempo…) 

    Desde esta reflexión, pretendo basarme en la funcionalidad del libro escolar VS libro digital: 

* Un libro, pretende estructurar nuestras clases, pero para esto nos da igual que el libro sea en papel o digital, desde ambos formatos somos capaces de pasar páginas y llegar al lugar indicado para seguir con la explicación. 

* El libro de texto impreso en papel, pretende darnos una serie de explicaciones que, claro está, el maestro deberá completar… y un libro digital, no solo puede darnos esas explicaciones, sino que podemos acudir (virtualmente) a demostraciones, o solicitar más información en caso de que lo requiriéramos… ¿esto significa que el maestro trabajará menos?: no. La explicación, de un modo u otro, debe existir; pero de una forma cerramos la visión a los niños sobre lo que encontramos sobre un papel, y en digital, su conocimiento se puede expandir. 

* Comunicación ante todo: blogs, webs, wikis… proclamamos el uso de estas vías para ayudar en el éxito que debe conseguir la educación, pero no damos a los niños las herramientas necesarias para poder hacerlo; con el libro digital, el niño incluso podría preguntar al maestro que a cierta hora pudiera estar on-line. 

* ¿Nos hemos planteado cuánto peso llevan los niños en sus mochilas? Y aunque sean de ruedas y solo tenga que tirar de ellas, ¿estamos pensado en estas pequeñas personitas cuando han de subir al autobús con ese peso?, los libros digitalizados disminuyen este inconveniente en gran medida, pero además… ¡cuestión económica!: A priori, el desembolso que supone la compra de un e-book, iPad o ordenador portátil, parece excesiva, pero… ¡echemos la cuenta!, ¿cuánto nos gastamos en libros (ya no refiriéndonos en la vida escolar de un niño…), en un año sin ir a más? 

    Pudiera parecer que todo son ventajas, pero estas no vendrán dadas si previamente no hay una enseñanza. La cosa no consiste en soltar al niño en la escuela, con una herramienta (véase por ejemplo un iPad…) de estas características en las manos, sin explicarles nada… ¡no, no!, todo esto requiere una formación, al igual que una preparación del profesorado y un reciclaje en todo el tema concerniente a las nuevas tecnologías, pero… ¿alguien dijo imposible? Y… ¡debe quedar claro!, proponer un libro digital para usar en el contexto escolar, no conlleva la abolición y quema de aquellos libros de papel… ¡eso no! 

    Leyendo sobre el tema en internet, encontré varias páginas en las que otras personas, se han planteado la misma pregunta que yo: ¿un cambio es posible?, ¿iríamos mejor en cuanto a educación se refiere? Opiniones, hay para todos los gustos, pero creo que no ocurre lo mismo con la experimentación, ni creo que aún nos hayamos molestado en escuchar si los niños tiene algo que decir sobre el tema, pues es a quienes más directamente afecta…




    En cuanto a las editoriales, tema peliagudo… creo que de otra forma negociarían; de hecho, ya hay páginas en internet que venden sus libros en versión digital y, teniendo esta herramienta, somos todavía incapaces de pararnos a pensar y experimentar…



miércoles, 18 de enero de 2012

Elección difícil... ¡me quedo con este!

    Durante mucho tiempo (diría que desde hace tres años, cuando empecé todo este lío de magisterio…), ya empezaba a escuchar cosas sobre los libros de texto: que si no valen, que si es excesiva información para los niños, que si los “profes” se empeñan en acabarlos y no tienen en cuenta más que finalizar temario… pero, ¿qué pienso yo? Después de haber tanteado el terreno, y haber trabajado de manera muy cercana con niños cuya herramienta de trabajo es el libro, y niños que no usan el libro de texto como tal, puedo decir que en el término medio se encuentra la virtud: guiarnos únicamente por un libro coarta la imaginación de los niños, no les damos las alas necesarias para volar y que puedan investigar por su cuenta; nos fijamos más en terminar el contenido de dicho libro que en saber cómo asimilan el proceso de aprendizaje los propios niños, pero… no trabajar con libro impide que manejemos la información escrita en papel, y con este resultado estaremos llevando a cabo otra negación de aprendizaje a nuestros alumnos, así pues, mi escuela ideal, es aquella en la que usamos los libros de texto para apoyarnos en nuestra tarea de investigación, aquella en la que dichos libros pueden servirnos como una guía sobre la que basar nuestra experimentación y estudio de muchas y diferentes cosas.

    Así pues, ya que al menos deberemos tener uno de estos libros en nuestra clase, ¿sabemos elegir uno que sea bueno de verdad?:

     Los maestros suelen recibir cantidad de muestras que las propias editoriales se encargan de facilitarles, libro a cada cual más bonito, pero… ¿le acompaña el contenido? El verdadero interés de muchas editoriales, considero que reside en el beneficio económico y no en lo que nuestros niños puedan necesitar… ¡ardua tarea la del maestro! Muchos contenidos que analizar, revisar, sopesar y elegir… Por las prisas que requiere la elección, por el poco tiempo del que disponemos, o quizás… por estar aburridos de tener que hacer lo mismo año tras año, muchos docentes proceden de alguna de las siguientes maneras:

·         ¡Vaya! Este año la editorial X” se ha superado… ¡portada en relieve!... ¡Me lo quedo! (Error… la apariencia no es lo único que cuenta…)
·         Un libro más… vayamos directos al índice y veamos: reyes godos, leyes obsoletas y listas memorísticas interminables… ¡perfecto! Estos temas me encantan… (Error… no te tienen que gustar a ti los temas, sino que tienen que encontrarse acordes con la edad e intereses así como momento evolutivo de tus alumnos… los que van a estudiar son ellos, ¡tú ya lo hiciste!)
·         Pedazo de texto informativo que esta editorial me adjunta sobre cada uno de los animales invertebrados, ... ¡mejor!, así los niños tienen tanta información que no me preguntan… (Error… mejor es que los textos vengan divididos en partes, de esta forma a los niños les resultará más fácil de estructurar y no se asustarán ante semejante testamento…)

    Con este tipo de elección, no estamos teniendo en cuenta cuatro características básicas que todo libro debiera tener:

·         Deberá ser un medio de comunicación: verbal y gráfico; está muy bien que tenga divertidos dibujos, que por otra parte deberán complementarse con fotografías reales, pero el contenido deberá acompañar.
·         Será un elemento dentro del proceso enseñanza-aprendizaje.
·         El libro es nuestra guía para que podamos servir como guías de nuestros propios alumnos, así que tendrá que ser nuestro mediador entre lo que el currículo y el área que enseñemos nos dicte.
·         Es un objeto material, y como tal, el diseño también es importante.

    Pero… dichas de esta forma, estas cuatro razones quedan un poco cojas, ¿las explicamos más detalladamente?:

    Si hablamos de que un libro es un medio de comunicación, deberemos plantearnos diversas cuestiones:

-          ¿Las figuras y dibujos que nuestro libro tiene, contribuyen a enseñar a nuestros alumnos aquello que desconocen? Y estas figuras… ¿realmente se relacionan con la asignatura que vamos a estudiar?
-          Y estas imágenes… ¿contribuyen a aumentar la motivación de nuestros alumnos? ¿les invitan a aprender? O por el contrario… ¿les causaran tanto cansancio que lo dejarán?
-          El uso del color… ¿es el adecuado?
-          Las diferentes páginas, ¿tienen suficiente información? O la información… ¿es excesiva?
-          Y lo más importante (para mí…), ¿el lenguaje y las imágenes contribuyen a que el alumno pueda llevar a cabo un aprendizaje de manera autónoma?

    Nos referimos a que el libro es un proceso de enseñanza-aprendizaje ya que el mismo libro propicia la participación activa del alumno, organiza la secuencia de aprendizaje, contiene una autoevaluación que los niños podrán utilizar para comprobar cómo “va eso de evaluarse”… así, cabe que nos preguntemos:

-          ¿El libro propicia las actividades grupales dentro y fuera del aula?
-          Los elementos en que cada unidad se dividen, ¿motivan a los alumnos a aprender, y lo que es más difícil… a permanecer atento mientras estudian?
-          Las diferentes actividades, ¿intentan que los niños hagan su propio análisis, y apliquen los conceptos aprendidos?
-          ¿El texto da la oportunidad a los niños de poder autoevaluarse?
-          Y lo que el libro enseña… ¿se presenta como la verdad absoluta o invita a investigar sobre el tema?
-          La forma en la que el texto estructura la información, ¿facilita que los alumnos participen en su propio proceso de construcción de conocimiento?

    El libro como nuestra guía… ¿nos acerca a poder desarrollar lo que del área de conocimiento debemos tratar?, cabe preguntarnos si…

-          La cantidad de contenido, ¿es acertada para el momento evolutivo en el que nuestros alumnos se encuentran?
-          La información que damos a conocer a través del libro, ¿es objetiva?, ¿y precisa?, ¿es válida?
-          Los datos que manejamos, ¿están actualizados, o quedaron anclados en la era de la piedra?
-          El libro… ¿incluye una bibliografía a la que poder recurrir en caso de querer investigar algo más?
-          La información debería estar ordenada y graduada de manera coherente, ¿es así?



    El libro como objeto material en sí, también merecer ser objeto de estudio:

-          El peso, el tamaño, la encuadernación… ¿deja que el niño pueda manejar fácilmente el libro?, ¿resistirá con el uso?
-          La impresión, ¿es clara?, ¿se ve bien?
-          El número de páginas… ¿es excesivo para la edad del niño?, veamos que si de primeras, ofrecemos a un niño un libro excesivamente grande, se desanimará.
-          ¿La letra es grande?, ¿es pequeña?, ¿hay espacio entre las líneas?, ¿los párrafos son excesivamente grandes?
-          Y una pregunta importante para las familias: ¿es justificable el precio del libro?

    Quizás estas no sean todas las preguntas que nos podamos plantear (¡seguro que hay muchas más!), pero son algunas que nos pueden ayudar a correlacionar el uso de un libro de texto con el éxito escolar (en cierta medida, pues tal éxito, no solo depende de unas hojas impresas y encuadernadas…)



martes, 17 de enero de 2012

“Buh!!”… “Uh! Qué “suto”!!”

    Miedo… ¿Qué es el miedo? Podemos definirlo como una emoción caracterizada por un intenso sentimiento, habitualmente desagradable, ante algo que nos asusta o que creemos, nos puede causar daño.

    En la actualidad, existen dos conceptos diferentes sobre el miedo, que corresponden a dos grandes teorías psicológicas: el conductismo y la psicología profunda. Según la primera de estas teorías, el miedo es algo aprendido; mientras que el modelo de la psicología profunda, nos dice que el miedo corresponde a un conflicto básico inconsciente y no resuelto…

    Sea como fuere, la verdad es que esto no pretende ser una clase magistral sobre el miedo sino… ¿qué miedos tienen los niños? Personalmente, puedo decir que de pequeña, tenía dos miedos que… ¡menos mal que ya superé! Uno de ellos era muy normal (o eso creo…), y es que muchos niños tienen miedo a la oscuridad, y el segundo… ¡bueno!, ¿qué sería de nosotros si no hubiera algo que nos caracterizara? Y mi miedo… sin duda, me caracteriza a mí, pues… ¡tenía pánico a los Reyes Magos! ¡Sí, sí! Los que vienen de Oriente y nos traen regalos… no me preguntéis cómo pero… ¡a saber qué historias me contaría una prima mía para que no quisiera ni oír hablar de ellos! Y precisamente de esto va la historia… muchos niños creen que sus miedos son solo suyos, o que son raros por tener miedo al… ¡asa de la taza del desayuno que parece que me quiere coger!, esto solo por poner un ejemplo… así pues, ¡vamos a tratar el miedo a través de los cuentos infantiles!:

•    Miedos difusos: son aquellos que no son nada insignificantes y que los tenemos tan arraigados en nuestra psique, que controlan cada uno de nuestros actos… son miedos sociales, ¡y altamente paralizantes! Por ejemplo: miedo a hacer el ridículo, miedo a no encajar, miedo a la soledad… y si nosotros los adultos tenemos estos miedos, no debemos pensar que en el caso de los niños no sea así… y si esto ocurre, ¿qué libros podemos ofrecerles para que les ayuden a superar dichos miedos?:

-    “A veces tengo miedo” de Jane W. Watson
-    “Aniceto el vencecanguelos” de Consuelo Armijo Navarro-Reverte
-     “Don Miedica” de Roger Hargreaves
-     “El miedo, el baúl misterioso” de A. Amoros y A. Asensio
-    “Niña Claudia” de Carlos Puerto
-    “Un puñado de miedos” de Concha López Narváez
-     “Solo hay que atreverse” de Mirjam Pressler
-    “El terrible martes” de Hanzel Townson
-    “El tesoro del molino viejo” de Hannelore Valencak

•    Miedo a los animales y seres fantásticos: Para muchos niños, los animales son sus compañeros, sus amigos y, en muchas ocasiones, sus protectores. Otros pequeños, sin embargo, pasan su infancia atemorizados por los bichos que pueden aparecer en cualquier esquina:

-    “Alifar” de Miguel Martín
-    “Cuando viene el lobo” de K. F. Kenz
-    “Más historias de Poli y el lobo” de C. Storr
-    “El monstruo peludo” de H. Bichonnier
-    “Poli y el lobo” de C. Storr
-    “¡Que viene el lobo!” de T. Ross
-    “¡Quizá sea un monstruo!” de M. Alexander
-    “Te defenderé de las fieras” de M. Alexander

•    Miedos nocturnos: Un niño se resiste a acostarse por diversos motivos. Puede tener miedo de no despertarse, o se siente inseguro cuando está solo. Indudablemente, le gustaría más jugar o ver la televisión y, en realidad, preferiría la compañía y atención de sus padres, pero seguro que el miedo más generalizado, es el miedo a la oscuridad:

-    “El búho miedoso” de Larreula-Sánchez
-    “El búho que tenía miedo a la oscuridad” de J. Tomlinson
-    “Un cabello azul” de R. Alcántara
-    “Con la piel de gallina” de Uribe-Krahn
-    “Chitina y su gato” de M. del Amo
-    “Los divertidos líos de la noche” de L. Baquedano
-     “Max se va a dormir” de R. Wells
-    “Nana Bunilda come pesadillas” de Company-Asensio
-    “No nos podemos dormir” de J. Stevenson
-    “No tengo sueño” de J. Hawkins
-    “La noche” de Viza-Bordoy
-    “La noche” De Martínez-Capdevila
-    “Noche en los grandes almacenes” de J. Phipson
-    “Una pesadilla en mi armario” de M. Mayer
-    “¿Qué hay debajo de mi cama?” de J. Stevenson
-    “El señor Debajodelacama” de C. Ridell
-    “Tragasueños” de M. Ende
-    “Vengo a por ti” de T. Ross

•    Miedo a ir al colegio: La negativa de los niños a ir al colegio suele estar basada en un miedo irracional, que suele aparecer primera vez en niños que asisten a escuelas infantiles de edad preescolar. Para manifestar su disgusto por asistir al colegio, el niño suele quejarse de dolores de cabeza, de garganta o de estómago justo antes de la hora de partir hacia la escuela. La "enfermedad" mejora cuando se le permite quedarse en la casa, pero reaparece a la mañana siguiente antes de ir al colegio de nuevo. En algunos casos, el niño puede negarse por completo a salir de la casa y para eso utilizará todas las estrategias a su alcance como llorar y reaccionar con una rabieta… ¿qué libros les podemos ofrecer?

-    “El dragón de Jano” de I. Korschunou
-    “Historias de ninguno” de P. Mateos
-    “Reto en el colegio” de A. Chanders
-    “¡Un día horrible!” de J. Stevenson

•    Miedo al fracaso escolar: Las situaciones más temidas por los escolares son el miedo al fracaso escolar o al castigo en la escuela. En estos casos los niños experimentan una ansiedad excesiva en el contexto escolar, pero seguro que leyendo, ven que no siempre se puede triunfar…

-    “Mamá no debe enterarse” de U. Schraumm
-    “Sopaboba” de F. Alonso

•    Miedo a la enfermedad, médicos, dentistas, hospitales: ¿cuántas veces nos han amenazado con eso de… si no te portas bien te llevo al médico a que te pongan una inyección muuuuy grande?, ¿quién no va a tener miedo bajo esta amenaza?, pero siempre, encontramos ayuda hasta en los detalles que nos parecen más insignificantes…

-    “Al oso le duelen las muelas”, de D. McPhail
-    “Ayyy, como duele!” de G. Cuarenghi
-    “Como duele…” de Martínez Capdevila
-    “David está enfermo” de R. Serrano
-    “El diente molesto” de J. Carruth
-    “El doctor curalotodo” de I. Bohatta
-    “El dolor de muelas del rey” de West-Dalton
-    “Mi amigo el médico” de Watson-Smith

•    Miedo a la gente: Cuando una persona (sea adulto o niño) tiene miedo a la gente, en parte es porque ha aprendido a compararse con los demás y se siente disminuido. Los otros siempre parecen mejores que nosotros… pero, ¿esto es cierto?:

-    “Berni” de M. Lobe
-    “Carlos el tímido” de R. Wells
-    “Doña Tímida” de R. Hangreaves
-    “Isabel” de Asensio-Ballaz
-    “Nina bailarina” de N. Carlson
-    “El rojo inoportuno” de Martínez-Capdevila
-    “Rosa sosa” de C. Vázquez-Vigo

•    Miedo a los elementos y fenómenos atmosféricos: el temor del niño ante las tormentas responde a un imperativo biológico: es una reacción automática de autoprotección, que le pone en alerta ante una situación que le parece peligrosa, y es que… ¿quién no se ha sobresaltado cuando un trueno ha caído justo al lado de casa?:

-    “El hombre de la lluvia” de M. Puncel
-    “Kalamito tiene miedo” de D. Rico

•    Miedo a los cambios: Hay miedos que aparecen con los cambios y son, más bien, temores pasajeros. Cuando los niños viven una situación estable, un cambio puede provocar una reacción denominada “miedo”:
-    “A veces una familia tiene que mudarse” de J.W. Watson

-    “Cambiar de casa” de Civardi-Cartwright
-    “Cambios y distancias” de Martínez-Capdevila

•    Miedo ante la llegada de un nuevo hermano: Cada niño reacciona de forma diferente ante esta situación; hay algunos que tratan de ignorar al nuevo hermanito y no quieren ni oír hablar del pequeño, volcando sus sentimientos de hostilidad hacia su madre con la que tienen un comportamiento provocador y de oposición o desprecio. Estos celos, también pueden surgir en la escuela infantil, agrediendo a otros niños, especialmente a los más pequeños. Otros, procuran colaborar y ayudar lo más posible en las tareas hacia el nuevo hermanito. Con este comportamiento, creen asegurarse el amor de su madre…

-    “A veces tengo celos” de J.W. Watson
-    “Kalamito tiene una hermanita” de D. Rico
-    “El nuevo bebé” de Civardi-Cartwright
-    “Uno más” de Martínez-Capdevila

•    Miedo a que los padres se separen: mamá y papá siempre han estado juntos y ahora resulta que… ¡se separan!, ¿es por mi culpa?, ¿qué he hecho yo?, ¿ya no los voy a ver?, y esto de las visitas… ¿cómo va?:

-    “A veces una familia tiene que separarse” de J.W. Watson
-    “Los conflictos de Ana” de Martínez-Capdevila

•    Miedo a perderse: recuerdo una ocasión, en que siendo yo muy pequeña, ¡me perdí!, pero no del todo… siempre curioseando por ahí, me alejaba mucho de mis padres aunque ellos me llamasen mil y una veces, hasta que un día… ¡se escondieron! Y desde entonces… ¡ya no me volví a ir!:

-    “El susto. César y Ernestina” de G. Vincent

•    Miedo a hacerse pis: ¡claro! Es que cuando esto sucedía… vaya regañinas que te llevabas…

-    “Quiero el tito” de T. Ross
-    “¡Quiero hacer pis!” de R. Munsch

•    Miedo a la muerte: La sinceridad infantil es la primera fuente de aprendizaje que los mayores despreciamos con necedad. Si se pregunta a un niño ¿qué es la muerte?, ¿Qué le ha pasado a la mamá de Bambi?, la respuesta es un claro: no sé. En cambio si un niño pregunta a un adulto, ¿por qué se ha muerto mi abuelita? Las respuestas suelen ser variopintas. Oscilan desde la evasión de la respuesta hasta la hipótesis del cielo-limbo-purgatorio-infierno… 

-    “La abuela” de P. Härtling
-    “Gracias tejón” de S. Valery
-    “Jaime, un libro sobre los que ya no están” de G. Padoan
-    “Mi abuela y yo” de A. Bröger

•    Libros para reírse del miedo: pero no todo es miedo, ¡la risa nos encanta!, y si estamos hablando de miedo, ¿qué mejor tándem que juntar en una sola frase las palabras risas y miedo?, se contraponen totalmente… así que, si queremos que los niños mueran de risa leyendo hilarantes historias de miedo, podemos proponerles…

-    “Chan el fantasma” de M. Landa
-    “Donde viven los monstruos” de M. Sendak
-    “El gran gigante bonachón” de R. Dahl
-    “Lo malo de mamá” de B. Cole
-    “Manual de la Bruja” de m. Bird
-    “Matilde y el fantasma” de W. Gage
-    “El monstruo peludo” de H. Bichonnier
-    “La pequeña bruja” de O. Preussier
-    “El pequeño vampiro” de A. sommer
-    “Piratas” de C. Hawkins
-    “¡Qué risa de huesos!” de A. Alberg
-    “Los tres bandidos” de T. Ungerer
-    “Vampiros” de C. Hawkins

•    Si quieres pasar del miedo… si eres como mis amigas y yo éramos de pequeñas, que nos reuníamos en una habitación, con las ventanas cerradas y la luz apagada, y comenzábamos a contar historias de miedo que nos hacían correr despavoridas, no te pierdas estos libros:

-    “Krabat y el molino del diablo” de O. Preussier
-    “Si quieres pasar miedo” de A. Sommer


    Los títulos de algunos de los libros que en esta entrada se nombran, son muy antiguos y quizás los editores hayan considerado oportuno descatalogarlos, pues son libros que conocí cuando era una niña (muuuy canija… hace muuuchos años :D)

    Curiosamente, buscando fotos que hicieran de esta selección de libros infantiles algo más divertido y agradable de leer, topé con un libro: “Los miedos infantiles en la literatura para niños”, encontrado en la web de la fundación Germán Sánchez Ruipérez,  aquí os dejo el enlace, porque quizás sea algo interesante de tener como maestros que vamos a ser:

http://www.fundaciongsr.es/pdfs/salamanca/Miedos.pdf



    Espero que en algún momento en nuestro cercano futuro como maestros, podamos sacar algo de provecho a esta lista de libros que pueden convertir el miedo de algunos niños y el mal trago que supone pasarlos, en situaciones mucho más divertidas de vivir.