Alas de papel tus hojas parecían,
Volando al son del viento que en la tarde acaecía.
Libres volaban tus palabras,
Nosotros las escuchábamos en la noche que ya caía.
Los tiempos pasan, el reloj no para,
Y ahora esta vieja historia contamos,
A la tenue luz de una vieja lámpara,
Esperando que el destino diga qué encontramos.
El viejo va, el nuevo viene,
El camino ha encontrado,
Lo que por mágico la gente tiene.
De esta forma quiero empezar esta nueva entrada, que se encuentra muy unida a la anterior que ya hice: “Elección difícil… ¡me quedo con este!”
Será defecto de formación, será que todos queremos unir en un solo pack aquello que nos gusta y nos interesa… ¡no sé que será!, pero sí sé, que tecnología y educación, son palabras que pueden ir unidas si todos conseguimos entender el fin.
Si echamos una mirada a la historia, podemos ver los inicios de los libros de texto que ya comenzaban a ser vistos en las aulas de nuestros antepasados; y si los comparamos con muchos de los libros utilizados por los niños de hoy en día, encontramos dos similitudes: la primera de ellas tiene que ver con eso de que nuestros libros sean textos documentales, con los que el maestro sabe que tiene un arma de doble filo, pues pueden pasar de ser un material de trabajo a convertirse en un instrumento de adoctrinamiento en un abrir de ojos. La segunda de estas similitudes, tiene que ver con el aspecto didáctico del mismo: los capítulos son abordados de manera lineal y de uno en uno, lo que influye en la forma de dar clase del profesor, y además, no deja vía libre en muchos casos (como ya dije en mi entrada anterior) a la investigación, creatividad y aprendizaje autónomo. Así, vamos un pelín mal si queremos lograr parte de ese tan ansiado éxito escolar.
Como hemos oído decir tantas y tantas veces, vivimos en la era de las tecnologías, en la era en la que al alcance de un clic, podemos trasladarnos desde España a China pasando por Londres en menos de cinco minutos, es la era en la que todo lo podemos pero nada creemos…
Nuestros niños están familiarizados con el ámbito de todo aquello que a nuestros mayores, “se les queda un poco grande”; nadie les ha explicado a esos pequeños seres, cómo conectar una Xbox a la televisión, pero lo hacen… nadie les ha contado cómo mover el mando de la Wii para poder tirar todos los bolos, pero experimentan, y lo consiguen… la mayoría de estos niños de la era tecnológica, saben mandar mensajes de texto con un móvil, cuando aún algunos de nuestros padres creen que pedimos socorro cuando hablamos de un “sms”…
En definitiva, muchos de estos niños manejan las tecnologías mejor que los propios libros que a diario utilizan, y (como ya hemos dicho mil y una veces…) estos “aparatejos” que a menudo parecen tener vida propia… les gustan, ¡y les enganchan!
Hace mucho tiempo, allá por la Edad Media, comenzaron a aparecer cierta variedad de herramientas pedagógicas, entre las que encontramos los manuales escolares. Si seguimos con el siglo XIX, vemos de la amplia libertad que los maestros tienen, al escoger uno u otro libro de esta o aquella editorial, y si viajamos hasta el siglo XX, podemos preguntarnos qué funciones cumplen los libros: económicas, documentales y didácticas; así la pregunta que cabe hacerse es: ¿podemos ir un paso más allá y proponer un libro virtual?
Muchos son los que apuestan por seguir el estilo tradicional aferrándose a viejas creencias, pues parece ser que si ofrecemos al niño un e-book o iPad, no sólo no estudiará sino que se distraerá más… y muchos son también los que opinan que debemos preparar a nuestros niños para el futuro y no solo debemos basar la enseñanza en lo que ya se enseñaba hace 30 años (por no decir más tiempo…)
Desde esta reflexión, pretendo basarme en la funcionalidad del libro escolar VS libro digital:
* Un libro, pretende estructurar nuestras clases, pero para esto nos da igual que el libro sea en papel o digital, desde ambos formatos somos capaces de pasar páginas y llegar al lugar indicado para seguir con la explicación.
* El libro de texto impreso en papel, pretende darnos una serie de explicaciones que, claro está, el maestro deberá completar… y un libro digital, no solo puede darnos esas explicaciones, sino que podemos acudir (virtualmente) a demostraciones, o solicitar más información en caso de que lo requiriéramos… ¿esto significa que el maestro trabajará menos?: no. La explicación, de un modo u otro, debe existir; pero de una forma cerramos la visión a los niños sobre lo que encontramos sobre un papel, y en digital, su conocimiento se puede expandir.
* Comunicación ante todo: blogs, webs, wikis… proclamamos el uso de estas vías para ayudar en el éxito que debe conseguir la educación, pero no damos a los niños las herramientas necesarias para poder hacerlo; con el libro digital, el niño incluso podría preguntar al maestro que a cierta hora pudiera estar on-line.
* ¿Nos hemos planteado cuánto peso llevan los niños en sus mochilas? Y aunque sean de ruedas y solo tenga que tirar de ellas, ¿estamos pensado en estas pequeñas personitas cuando han de subir al autobús con ese peso?, los libros digitalizados disminuyen este inconveniente en gran medida, pero además… ¡cuestión económica!: A priori, el desembolso que supone la compra de un e-book, iPad o ordenador portátil, parece excesiva, pero… ¡echemos la cuenta!, ¿cuánto nos gastamos en libros (ya no refiriéndonos en la vida escolar de un niño…), en un año sin ir a más?
Pudiera parecer que todo son ventajas, pero estas no vendrán dadas si previamente no hay una enseñanza. La cosa no consiste en soltar al niño en la escuela, con una herramienta (véase por ejemplo un iPad…) de estas características en las manos, sin explicarles nada… ¡no, no!, todo esto requiere una formación, al igual que una preparación del profesorado y un reciclaje en todo el tema concerniente a las nuevas tecnologías, pero… ¿alguien dijo imposible? Y… ¡debe quedar claro!, proponer un libro digital para usar en el contexto escolar, no conlleva la abolición y quema de aquellos libros de papel… ¡eso no!
Leyendo sobre el tema en internet, encontré varias páginas en las que otras personas, se han planteado la misma pregunta que yo: ¿un cambio es posible?, ¿iríamos mejor en cuanto a educación se refiere? Opiniones, hay para todos los gustos, pero creo que no ocurre lo mismo con la experimentación, ni creo que aún nos hayamos molestado en escuchar si los niños tiene algo que decir sobre el tema, pues es a quienes más directamente afecta…
En cuanto a las editoriales, tema peliagudo… creo que de otra forma negociarían; de hecho, ya hay páginas en internet que venden sus libros en versión digital y, teniendo esta herramienta, somos todavía incapaces de pararnos a pensar y experimentar…
Cuando se inventó el aspirador no desaparecieron las escobas ¿o sí? :)
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