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domingo, 23 de octubre de 2011

Las Palabras...


    

      No sé a vosotros, pero al menos a mí, más de un libro me ha cautivado de tal manera que se me olvidaba que el tiempo pasaba… podía pasar alguien por mi lado y no enterarme, o hacerse de noche y tener que acordarme de encender la luz porque… ya no veía! 

     No podría enumerar las veces que, cuando era pequeña, tenía que dejar de leer porque mis padres me hacían apagar la luz de la habitación, al día siguiente había que madrugar para ir al cole! Pero… la historia te atrapa y no puedes dejar al personaje solo… pero…  ¡¿qué digo personaje?! Ha dejado de serlo para convertirse en tu amigo, en una especie de “yo” que vive fantásticas aventuras; y es que ya lo hemos visto… la literatura infantil se caracteriza por hacer del personaje un amigo del lector, alguien con el que identificarse, alguien a quien acompañar en un mundo paralelo que poco a poco, hemos de descubrir.

     ¿Y ahora de adultos? Pasa lo mismo: si un libro consigue engancharte, no hay mejor forma de pasar el tiempo, y como muy bien dice el vídeo, hasta una visita en ocasiones muy esperada, se convierte en inoportuna… 

     Con tantas cosas que tenemos por hacer, y con tantos entretenimientos que tenemos a nuestro alrededor, a veces se nos olvida que un libro nos puede hacer pasar muy buenos momentos, y lo dejamos abandonado, pero… plantearos una pregunta: ¿relegaríais a un segundo plano a uno de vuestro amigos porque ha llegado  un entretenimiento nuevo? Quizás la respuesta más factible sería que no, y el motivo: que podríais disfrutar del nuevo pasatiempo con vuestro amigo… entonces, ¿por qué ya no nos acordamos de los libros? Cogen polvo en nuestras estanterías, y en ocasiones terminan corrigiendo la cojera de una mesa, pero sus palabras siguen ahí… dispuestas a mostrarnos su historia sin recriminar que ya no los usemos de una forma tan habitual como compañeros de camino.

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