Contenidos Voluntarios

¿Dónde quieres ir?

jueves, 10 de abril de 2014

¿Leer en imperativo?




Casi dos años han tenido que pasar para que tuviera algo que publicar en este blog… y no es que no haya habido cosas que contar!! Sino que los astros se alineaban de tal forma que pensar, escribir y publicar no podían combinarse en la misma acción…
¿Y por qué ahora sí?, pues porque había una duda que rondaba mi cabeza y ahora que tengo la opción de contemplarlo en persona, intento buscarle solución.
Muchas veces oímos decir que nuestros niños no leen, que su comprensión lectora es pésima, y que esto les incide de manera negativa a la hora de poder desarrollar la totalidad de las materias que deben estudiar en el “cole”, y si bien es cierto esto último que digo, creo que no lo es tanto la idea de que estos niños no leen…
Claro!! Si nos remitimos a esas tediosas lecturas que todos nos hemos tenido que leer alguna vez dentro del ámbito escolar, se confirma la teoría de la “no lectura”, y… ¡ojo!, no digo que no deban conocerlas puesto que es cultura general que todos deberíamos dominar pero… ¿quién no ha hecho trampa copiando el resumen de algún libro?, ¿o preguntando al salvador de turno de que iba el dichoso librito momentos antes del examen?, y eso lo hacíamos “antes” que no teníamos tanas distracciones y cosas interesantes a nuestro alrededor, ¿cómo no van a hacerlo los críos de ahora que tienen al alcance de su mano todo tipo de recursos tecnológicos que podrían suplir a un aburrido libro?
Pongámonos en el caso, de que nos ponen ante la tesitura de elegir entre leer una enorme enciclopedia escrita en antiguo castellano (con todos mis respetos a este tipo de lectura y a todos los adeptos que tiene), o ver la última peli que fue un “taquillazo”… muchos de nosotros nos inclinaremos por esta segunda opción. Ahora pensemos al revés… nos ponen en el caso de leernos el libro que relata la “peli” que fue un éxito hace pocos días, o ver una peli que relata la transición del antiguo castellano hasta la forma en la que hablamos en nuestros días… probablemente mucha gente se inclinase por la primera opción; pues bien, esto mismo ocurre con los niños, decimos que no leen… pero no leen las lecturas que les obligamos a leer mientras que demandan los libros que son de su interés.
Ahora que tengo la oportunidad de comprobarlo en un “cole”, he hecho una pequeña prueba: durante dos días consecutivos hice al mismo grupo de alumnos de sexto de primaria, semejantes pruebas de comprensión lectora. Una de estas lecturas hablaba sobre la importancia de equiparse bien en alta montaña, y los peligros que podemos correr, así como daba nombres casi imposibles de pronunciar, mientras que la segunda lectura era un tanto fantasiosa en la que se hablaba de dinosaurios y diferentes animales primitivos, también con nombres impronunciables y diversas fechas que recordar. Las preguntas en ambas comprensiones lectoras venían a ser las mismas, y ambas correspondían según la Comunidad de Madrid al curso de sexto de primaria. Las condiciones en las que se hicieron las pruebas, iguales: primero se les daba la lectura sin las preguntas, se les concedía el tiempo que necesitasen para leer, y una vez que consideraban haber acabado, se les quitaba esa hoja para darles la que contenía las preguntas.
¿Qué pasó con los resultados?: sencillo… si nos basamos en cómo respondieron a la primera lectura diríamos: “estos niños no entienden lo que leen… necesitan más tiempo de lectura y asimilar cada una de las frases que leen, así no van bien…”, pero si nos fijamos en la segunda prueba que se les hizo, esa sobre mundos fantasiosos, encontramos opiniones totalmente contrarias, puesto que la totalidad de los alumnos habían respondido a un 90% de las preguntas de forma correcta.
¿Entonces?, ¿qué está ocurriendo?... pues que decimos que nuestros alumnos no leen las lecturas que les proporcionamos porque no son de su interés, así que una vez más, me hago la misma pregunta: ¿no será que la vida avanza mientras que los contenidos que se enseñan en nuestra escuela se quedan atrás?
Respecto a todo esto, y haciendo referencia al título de esta entrada, me gustaría citar a Jorge Luis Borges:
 “El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el “modo imperativo”. Yo siempre les aconsejé a mis estudiantes que si un libro los aburre lo dejen; que no lo lean porque es famoso, que no lean un libro porque es moderno, que no lean un libro porque es antiguo. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz”…



viernes, 18 de mayo de 2012

Por la escuela pública...

    ¿Qué decir del cole dónde en mi tercer año de carrera he podido hacer las prácticas?... tantas cosas!!Igualdad, cooperación, tolerancia, diversidad, trabajo en equipo... pero sobre todo... ganas de enseñar, ganas de aprender, y ganas de compartir todos estos conocimientos!!

    ¿Y del instituto donde tengo la suerte de trabajar desde hace ya tres años?Pues que... ¡¡ojalá sean muchos años más!!Porque lo mejor de esas aulas son los chavales que cada día las llenan... esos chicos y chicas que se forman, se intruyen y consiguen sus metas gracias a todos esos profesores que cada día se esfuerzan por hacerles llegar y saberles transmitir todos esos conocimientos que un día hasta lo más alto les haga subir...

    ¿Y qué mejor que encontrar este colegio y este instituto unidos en un mismo vídeo intentando alcanzar un mismo fin?...Mis chicos del tuto, ¡mis niños de prácticas!, muchos de los profes con los que compartí horas colándome en sus clases... ¡¡gracias por compartir lo que tan bien sabéis hacer!!

    Clara en su clase de primero, Carla en sexto o Manuela en infantil... nuestro huerto o nuestro patio... ¡¡son décimas de segundo las que cada imágen podemos ver!!pero esas décimas de segundo consiguen transmitir el trabajo diario de las personas, que aún creen en la educación...



POR UNA ESCUELA DE TODOS... ¡¡PARA TODOS!!

viernes, 4 de mayo de 2012

¿… Y si nos ratonizamos?


    ¿Qué es una de las cosas que más desea un estudiante de magisterio? Pues… ¡¡vivir la realidad de un aula!!, ver cómo es el día a día de niños y maestros, qué conflictos surgen, cómo se resuelven… ¡¡que razonamientos tienen los niños!! Porque… cada una de sus cabecitas tiene una manera distinta de pensar que casi siempre… ¡nos suele sorprender! Y esas tan esperadas prácticas, que puede ser que en ocasiones hayan supuesto más un quebradero de cabeza que lo que podríamos denominar como disfrute… ya tocan a su fin…

    Imagino que la proxima semana, tal que un viernes por la tarde, el ambiente se llenará de cierta tristeza, pues los niños y maestros que el primer día nos resultaron extraños, en el mejor de los casos, se han convertido ahora en compañeros de aventura con los que, al menos en mi caso, no solo me han enseñado y de ellos ha sido de quienes he aprendido, sino que, ¡¡con ellos me lo he pasado genial!!

    Y de esos momentos tan buenos surge el título de esta entrada: ¿Qué os parece si nos ratonizamos?, y es que dicho así, puede ser que pocas personas me vayan a entender, pero sí lo comprendereis cuando nombre el divertido libro que a Roald Dahl se le ocurrió escribir: “Las Brujas”…

    Si en algo se caracteriza el “cole” donde he pasado los casi tres últimos meses, es en dedicar gran parte del tiempo y esfuerzo por parte de los maestros a la lectura, ¡¡cosa que me encanta!!porque si alguien ha leído entradas anteriores que pueden encontrar en este blog, podrán comprobar que uno de mis “vicios” más confesables son… ¡¡los libros!!

    Pues bien… y volviendo a nuestras brujas: ciertos días a la semana, en ciertos momentos, el maestro lee un cuento a los niños… poniendo en práctica aquello que tan bien conocemos y que llamamos animación a la lectura, y curiosamente, el libro elegido en esta ocasión, hablaba de las brujas… 

    Su trama gira alrededor de un niño huérfano que, junto a su abuela (con quien vive en Noruega tras la muerte de sus padres), viajará a Inglaterra por cuestiones personales pero, tiempo después, ese viaje terminará siendo toda una aventura que les permitirá a ambos vencer a las brujas de aquel país. 

    Por lo general, estas hechiceras conviven con el resto de la población como si fuesen personas normales. Sin embargo, el día de la convención anual de brujas, demostrarán que no son tan pacíficas como aparentan al dar a conocer su propósito de eliminar a todos los niños de la Tierra, a través de una fórmula secreta capaz de convertir a los pequeños humanos en ratones.

    Nuestro protagonista, sin quererlo, es testigo de la reunión anual que estas brujas celebran en un hotel de la ciudad, y no sólo escucha cuál es la fórmula de ese extraño ratonizador sino que además, comprueba como un niño muy glotón es convertido en ratón sin sospechar que… ¡¡Y hasta aquí puedo leer!!No queramos descubrir, lo que promete ser un gran final…

    Pero… ¿qué relación tiene todo esto?, fácil… una de las brujas que Roald Dahl creó, se llamaba Beatriz, lo que se sumó a la curiosidad que ya de por sí, los niños sentían hacía mí… y las preguntas sobre mi edad no hicieron más que hacer aumentar un clamor general… “¡¡La profe de prácticas es bruja!!”… clamor que se prestó a hacer una divertida animación…

    Después de pactar  con los tutores de todo el primer ciclo de primaria el día y momento en que se haría la animación, y haciendola coincidir con la semana literaria… ¡¡todo estalló!!, y es que… efectivamente… la profe en prácticas se mostró como la bruja que creó el ratonizador y al “cole” lo llevó…




    Una siniestra biblioteca en la que las luces apagadas y las persianas cerradas, hacían relucir brillantes velas que sobre oscura tela se encontraban… y que iluminaban calderos y botellas, de cosas espeluznantes rellenas, era el escenario ideal para que la bruja se diese a conocer…

    Brebajes y pócimas esperaban a ser probados por los inocentes niños, que engañados por sus amados maestros, ¡¡allá fueron a aparecer!!, mientras la loca bruja no hacía mas que entre estridentes risotadas, sus conjuros exponer…



 

¡¡Magia potagia de pies a cabeza, este conjuro se enfrenta a las leyes de la naturaleza...!!
Pelos de araña y uñas de erizo, ¡¡¡son los ingredientes para este hechizo!!!
Legañas de zombi, medusas en salsa...
Lluvia de estrellas, polvo de mar, vientos polares, aurora boreal...
Brujas y hechiceras, ¡¡lo digo de veras!!, vienen por el mar, ¡¡en breve llegarán!!
Bebe mi brebaje y toma mi dulce chocolate, cuenta hasta diez... ¡¡y ratonízate!!

    Los niños, expectantes, veían como los conjuros y hechizos lanzaban espuma blanca y después  de rojo se teñían… observaban como esa bruja sin parar decía… “Un, dos, tres… ratonízate!!”, y veían como los compañeros más osados, probaban lo que parecía un rico zumo recién preparado…
   


    Mas la siniestra bruja al fin se descubrió… y gran risa a los niños causó el descubrir que tal bruja fea y mala no era otra que la profe de prácticas… y así fue como despedimos nuestra semana literaria, que con una gran gymkhana comenzó, pero esto es otra historia digna de ser contada en otro ocasión…

    ¿¿Y ahora??¿¿Que cómo me llaman por los pasillos del cole??... No lo dudéis, pues cien niños corean: ¡¡Bruja Bea que se te ve!!

jueves, 19 de enero de 2012

No es un adiós, sino más bien... un hasta luego...

    Muchas veces nos cuesta decir adiós… ese momento en que el tiempo se detiene, todo queda suspendido en el aire, las manos de los que se despiden quedan enlazadas, las pupilas dilatadas y los ojos anegados en lágrimas, y en los labios, temblorosos… pende de un hilo la palabra maldita que no queremos pronunciar… adiós…

    No sé cuantas situaciones nos pondrá la vida por delante, en las que tengamos que decir tan corta palabra, yo prefiero decir un escueto “¡Hasta luego! Pronto nos veremos…” que un lúgubre adiós, porque esto significa que todo acabó…

    Hoy me ha dado la vena melancólica, de esa que en algún momento todos tenemos que nos hace recordar cosas que preferimos olvidar, y que inevitablemente, nos entristece haciendo que pocas cosas consigan sacar de nosotros una leve sonrisa que nos pueda, a nosotros mismos, engañar. Hoy ha sido una de esas clases tristes, porque te das cuenta, que lo que una vez no quisiste empezar, ahora no quieres acabar, y recuerdas como muchas otras cosas que acabaron ya no volverán…

    Hoy es cuando hemos recordado a nuestros antiguos maestros… ¡aquellos que tanto lidiaron con nosotros!, y es hoy cuando no he podido evitar recordar…
 
    No sé cuántos libros tengo en mi casa… ¿100?, ¿200?... nunca los he contado, ¡ni los voy a contar!, porque el número no deja de crecer… pero si sé de donde me viene tal afición. La primera que empezó a introducirme en este mundillo (como ya dije alguna vez…), fue mi madre… tras ella, debo dar las gracias a mi profesora de 3º de EGB, que hacía mucho ruido con su bote de cristal sobre la mesa, pero sabía en qué momento se debía regalar un libro que te consiguiera enganchar…

    Tras ella vino mi profesora de 5º de EGB… ¡qué malas pulgas tenía!, pero que bien nos hacía leer… se montaba unas obras de teatro impresionantes con tal de acercarnos el mundo de la literatura a nuestro aula, y después… 8º de EGB… ¡vaya curso difícil!, pero curiosamente, fue el único que a la primera aprobé… pues… podríamos decir, que de pequeña, eso de estudiar no iba conmigo mucho que digamos…

    Y nos metemos en la etapa de BUP y COU, y aquí sí que me quiero detener un poco más… recuerdo a todos y cada uno de los profesores que han pasado por mi vida, y no quiero desmerecer a ninguno de ellos, porque como bien hemos dicho hoy, de cada uno aprendemos… pero sí quiero destacar a dos personas, que de algún modo, marcaron el camino que he seguido hasta lo que soy hoy por hoy…

    Ambas profesoras a las que quiero recordar, me enseñaron lo que es amar… amar la literatura sin más, pero no solo de la literatura he de hablar si a ellas me quiero referir...

    Una de ellas confió en mí, no dio su brazo a torcer cuando yo lo di, me recogió cuando caí, y me levantó a lo más alto diciendo que “podía dar mucho de lo que había dentro de mí…”, obligó a muchos a retractarse sobre lo dicho pues… podríamos decir, que ningún profesor daba “ningún duro” por mí… y ahí sigue, dando sus clases después de tantos años de lidiar con alumnos tan negados como yo lo fui; sigue manteniendo su escudo de “dura profe”, pero es un escudo que se le resbala hasta los pies, cuando nos ve a los antiguos alumnos volver… ¡Gracias a mi tutora de COU estoy donde me veis!

     La otra de las profesoras… ¡bueno! Hay tanto que decir… la llamábamos “La Chispi”, ¡por lo poquita cosa que era!, pero… a mal genio nadie la ganaba… Ilusos de nosotros cuando creíamos que la engañábamos a la hora de decir la lección. Al principio, esta pequeña GRAN profesora, me llamaba como a mis hermanas (es lo que tiene que toda la familia haya ido al mismo “cole” durante muchos años, que acaban mezclando nombres…), y terminó por adoptar mi segundo apellido para así no confundirse con hermanas o primas: ¡Señorita Fraile!...

    “La Chispi” era literatura andante, vivía por y para la literatura, cada palabra que escribía… ¡sonaba cual melodía!, recuerdo una ocasión, en la que debía ser primavera, pues ya hacía calor y estábamos todos muy revolucionados… la pobre mujer gritó y gritó… ¡y encima de una silla acabó!, para que así la viéramos mejor, pero… no funcionó y optó por otro camino, leernos poesía, ¡todo el mundo calló!

    Un gesto muy característico de esta mujer, era ponerse el dedo en la nariz… ¡cuánto nos reímos entonces y cuanto ahora con ello nos gustaría reír!... ¿y su cara cuando íbamos al colegio a verlos a todos ellos y les informábamos de nuestro progreso en ese camino llamado vida?, reflejaba ilusión, esperanza, confianza… nos daba fuerza para seguir…

    Ahora, cada vez que volvemos al cole, a nuestro cole, falta algo… es cierto que muchos de los profesores que me dieron clase a mí, ya están retirados, rodeados de pequeños nietos que se las hacen pasar canutas… ¡pero ya se saben todas!, no sucede así con “La Chispi”, a la que hace un par de años tuvimos que despedir… y como bien dice el video que en clase vimos hoy, la anciana que sembró las semillas no las vio crecer, pero lo hicieron y hasta se reprodujeron…

    El pabellón del colegio en el que están las pistas de futbol, baloncesto y demás… ¡estaba a reventar!, no podían caber más alumnos… ¡de todas las generaciones!, y todos los profesores que alguna vez trabajaron en “El Pilar”… y es que ese día, fuimos una gran familia que volvía al hogar, ya no para despedir a una persona, sino para decirla: “Aquí estamos, somos tus frutos, las semillas germinaron, ve tranquila que nos volveremos a ver…”

    En definitiva… he tenido muy buenos ejemplos a seguir, y no voy a negar que los sigo teniendo… pero cada uno de nosotros debemos recoger lo bueno que vamos encontrando en el camino, para formar nuestra propia personalidad, aquella con la que si es sincera, lograremos brillar.

    Pensemos por qué queremos ser maestros, pensemos cuánto por ello vamos a luchar; carguemos nuestras mentes con las armas de la inteligencia y… ¡ahora sí!, es el momento de echar a caminar…

Con G de Glíglico!!

    La clase ya tocaba a su fin, cuando alguien mencionó “La rayuela”, y eso… ¿qué es?, supimos que era una novela de un tal Julio Cortázar, escritor argentino, considerado como uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo. 

    Cortázar rompe moldes inventando personajes que incluso tienen su propia manera de entenderse: el glíglico… Y si nombramos el glíglico, obviamente debemos nombrar la obra  de la que sale tal lenguaje: “Rayuela”, del que reproduciremos un fragmento del capítulo 68 para que nos hagamos una idea más aproximada sobre lo que estamos hablando:

    “Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia.

    Quizás una lectura rápida, no consiga darnos pistas sobre el tema que se está tratando… y puede ser que una segunda lectura más lenta, siga dejándonos algo confusos ante el texto que creemos estar leyendo, y es que así de particular es el glíglico… es un lenguaje que no sigue la norma, un lenguaje que nos obliga a mirar más allá de la palabra convencional, algo con lo que nosotros mismos debemos volar y para lo que nos tenemos que dejar llevar… es un abrir nuestra mente a lo extraño, a lo infinitamente raro… que precisamente por raro, es bello…

    Todos creemos hablar el mismo idioma (al menos, todos los que en clase de literatura nos reunimos), pero muchas veces hablamos, y ni entre nosotros nos entendemos, porque nos centramos en oír solo aquello que queremos escuchar, y de eso precisamente trata el tema del glíglico… de no solo escuchar, oír o agarrar aquellas palabras que nos interesa atrapar, sino que el todo, es el que nos da sentido, el que nos hace imaginar, pensar, volar, conocer, reír… y por qué no… llorar… eso es el glíglico, el lenguaje de todos y cada uno de nosotros que solo en nuestro pensamiento existe, pero… que podemos lograr dar a entender a los demás, si así nos lo proponemos… solo hay que escuchar, comprender, interpretar, dar sentido y… sobre lo que no se entienda… ¡preguntar! O es que acaso… ¿nunca habéis inventado un lenguaje extraño con el que poderte comunicar, sentir, entender o incluso enamorar a una persona? Seguro que sí, pero… apuesto lo que sea, a que solo estáis pensando en aquel lenguaje que usa las palabras como vehículo de expresión… pero como de palabras en literatura estamos hablando, que mejor modo de mostrar lo que para nosotros es el glíglico, que inventandolo... 

"Cierto día, en un patio poco conocido, de un colegio cualquiera, una pareja de niños se hallaba enfrascada en lo que parecía una interesante conversación.

Se encontraban un poco alejados del resto del grupo, agazapados tras un pequeño arbusto, hablando en voz bajita… ¡muy bajita!, y de vez en cuando, furtivas miradas se dirigían al resto de grupo en cuestión…

-    ¡Tino, tino!, tiatisi tino tipotidetimos tilletivar tia ticatibo tiel tiplan, tiportique tisi tino titotidos tise tivan tia tientitetirar… -decía Beita- titetinetimos tique tienticontitrar tia tialtiguien tique tiatipotiye tinuestitro tiplan…

-    ¡CeQue ceno ceBeíceta! ceTu ceescecucecha cemi ceplan… cetraicego ceel ceracetón ceen cela cemocechicela, cey cecuancedo cetocedo ceel cemuncedo cese cehaceya cesencetacedo… ¡celo cesuelceto! – replicaba muy resuelto Javierito…

-    TiPetiro tiJativitietiritito, tiel tiratitón tihatice tiruitido, ¡tiy tilo tivan tia tiotiir!, titentidrítias tique tientitrar tien ticlatise ticuantido titotido tiel timuntido tiestitutivitietise tisentitatido,ti y tisi tila tiprotife tientitra tiantites tique titú, ¡tino tipotidrás!

-    ¡CePocerras ceBeceíceta! ceDecebeceríceacemos ceir cea cehaceblar cecon ceticeta ceIcerucene, ceecella cesacebrá cecócemo cepoceder ceaceyucedarcenos, ceporceque ceme cehuecelo ceyo… ceque ceesceto cede celas cetrascetacedas cele cegusceta cetanceto cea ceecella cecocemo cea cenocesocetros…

Y dicho y hecho, Beíta y Javierito abandonaron su cómodo y secreto rincón para ir en busca de Tita Irune; pero no podían imaginar que, al salir de allí, algunos de sus compañeros les estaban esperando para cortarles el paso y enterarse de aquello que habían estado tramando.

-    ¡¡Voposopotrospo nopo tepenépeispi nipi ipidepeapa!!– dijeron los dos pequeños a la vez.

-    ¡¡¡Ya estáis otra vez diciendo cosas raras!!! ¡¡¡Parad de una vez!!! – Respondieron sus compañeros.

En ese momento, Tita Irune llegó y vio lo que estaba pasando; así que pregunto a aquellos niños por qué molestaban a Beíta y Javierito.

-    ¡¡¡Están hablando cosas raras… ¡¡Seguro que traman algo!!!

-    etognemog artogseuvog rirbogaog euqog siénogetog. – Dijo Irune.

Al oír a Tita Irune hablar de aquella forma tan extraña, el resto de niños huyeron despavoridos mientras se quejaban; pero Beíta y Javierito comenzaron a reír ruidosamente…

-    Ogoglaog ramogartog arogapog seog onog isog siécogahog olog acognuNog ??amogoidogiog ortogseuvog neog odognalbogahog siátogseog éuqog roPoG¿¿ - Preguntó Irune a los pequeños traviesos.

-    CeVecerás… ceEs ceque ceJavierito cey ceyo cehecemos cepencesacedo ceque…  - Comenzó diciendo Beíta.

-    ¡¡TiUntia tiratita!! – Continuó Javier.

-    ??atogarog anogUoG¿¿ - Preguntó Tita Irune sorprendida.

-    CeSí… ceEs ceque cehecemos cepencesacedo ceque cepocedícea ceser cediceverceticedo cey cegracecioceso cemeceter ceucena ceraceta ceen ceclacese… ¡¡¡ceA cever cequé cehacecen celos cecomcepaceñeceros!!! – Respondió la niña.

-    ilogiMog yog ilogiPog omogocog sioSog !!!?heog¿ ogoglaog odognamogartog erpogmeiSoG¡¡¡

-    Porpofiiiiipi… - Suplicaron los pequeños a la vez.

-    !!!ZEVog ATogSEog ROPog OLogOSog ORogEPog¡¡¡ …arogusogevogartog alog reogcahog siédogopog …neibog átogsEoG

Y, de esta forma, los dos niños fueron muy contentos en busca de su pequeño ratoncito…"


    Suponemos que, por lo general, la mayoría de la gente ha entendido siempre la creación literaria como una actividad individual; de hecho, incluso nosotros la habíamos entendido de esa forma durante mucho tiempo. Pero, a veces, de una simple conversación surge la idea que te hace entender que, quizás, el planteamiento que tenías acerca de algo era equivocado.

    Y esto es, precisamente, lo que nos ha pasado con la literatura…

    Porque, de repente, nos pudimos dar cuenta de que el hecho de haber realizado una entrada conjunta no era simplemente una idea original…

    Conforme pasaba el tiempo nos íbamos dando cuenta de que la literatura aceptaba perfectamente el trabajo en equipo, así que comenzamos a percibir la creación literaria de forma distinta a como la habíamos planteado hasta ese momento; de repente nos vimos mucho más sueltos, entendimos que incluso el estilo literario de dos personas puede llegar a entremezclarse hasta conseguir algo único y divertido e incluso comprendimos que se podían pasar grandes momentos creando literatura en buena compañía.

    Entonces observas que las palabras y las ideas que surgen no sólo te hacen disfrutar de la actividad, sino que son capaces de fortalecer los lazos de la amistad e incluso te sirven para conocer aún mejor a esa persona que tienes al lado…

    Y es que, si lo pensamos fríamente… ¿¿Por qué no utilizar la creación literaria para conocer mejor a tus seres queridos?? ¿¿Qué tiene de malo el hecho de emplear la literatura para enseñar a la gente a trabajar en equipo de una forma mucho más agradable?? ¿¿No os parece que debemos olvidar ciertos prejuicios y abrir un poco más  nuestra mente en relación a la literatura??

    Porque la palabra escrita deja constancia de todo este proceso llevado a cabo… y por más que leemos y releemos lo escrito, no podemos hacer otra cosa que sonreír… ¡¿Meter un ratón en clase?!... ¡vamos!, seguro que eso no es cierto… ¡pues sí! Personajes verídicos, para historia más que cierta, pero… ¿¿cómo se nos ocurrió llevarlo a cabo?? ¡¡Fácil!! ¿Comienzo de la historia?... ¡Una palabra!: GLIGLICO… pero qué porras es eso??? Respuesta… ¡jolín! ¿pero es que nunca te has inventado un lenguaje secreto que solo quien tu quisieras pudiera conocer¿¿??

    Y a raíz de dar a conocer el ejemplo… el resto vino solo¡!

    ¿Qué decir sobre el hecho de haber trabajado juntos? Ummmm… fácil, divertido, ¡fresco! (y no es que se colara un viento gélido por la ventana que da al jardín, no…), ha sido… ¡como dos mentes en una!, si a uno se le ocurre una cosa, ¡enseguida el otro lo complementa! Como el refranero español (muy sabio él…) nos vendría a decir… TODOS A UNA, ¡COMO FUENTEOVEJUNA!, y es que este es el resultado de unir a dos personas con un mismo interés, pero… ¿Qué interés? No es otro que demostrar, que el glíglico, en nuestro mundo, no hace más que existir, así pues, no podemos más que decir…

    ¡BIENVENIDOS A NUESTRAS HISTORIAS CONTADAS EN CLAVE G! (G…de Glíglico!!!)


...Javierito y Beíta...

¿...Y por qué no...?

    De sobra es conocido que eso de la tecnología, a pesar de ser “una informática rural que quedó anclada en la era de la piedra”, me gusta. Y creo que ya todos sabemos más o menos, que aplicarlo a la educación no solo me parece favorable para los niños, sino para los profesores también… ¡incluso para los padres!, que de esta forma pueden “controlar” algunas de las creaciones literarias que sus hijos llevan a cabo… ¡sí, sí!, digo creaciones literarias porque es mi siguiente propuesta:

    Ya hemos visto, que un taller de creación literaria requiere de un espacio en el que poder reunirnos, con un moderador que nos guie en tan laboriosa tarea… lo que supone que solo podamos compartir las ideas de aquellas personas que viven dentro de nuestro entorno más cercano (nuestro pueblo, barrio, ciudad…), pero ¿por qué no ir más allá?, ¿por qué no compartir experiencias, conocimientos, y el disfrute por la escritura con las personas que más lejos se encuentran?

    Hace poco, y refiriéndonos a la RAE, salió a relucir en clase un tema un poco espinoso: la identidad de los españoles… ahora, la palabra “solo” ¡ya no se acentúa!, y se especuló con la posibilidad de que nuestra tan EspaÑola Ñ pudiera desaparecer… Cabe pensar que los españoles no estamos lo suficientemente orgullosos de nuestro país, cabe pensar que somos minoría ante una mayoría aplastante, ¡cabe pensar que nos están tendiendo una emboscada!, pero también cabe pensar, que no nos damos a conocer…

    Como bien sabemos, este año tuvimos la suerte de recibir a un grupo de adolescentes puertorriqueños que me sorprendieron… ¡y de ahí que diga que tuvimos suerte!, porque demostraron tal interés en España, nuestras costumbres, nuestras palabras características y las expresiones típicas del país, nuestra comida, ¡nuestros lugares de interés!, que me dio en algo que pensar... : España no se da a conocer.

    Así pues, uniendo la creación literaria, y el darnos a conocer al tiempo que conocemos la cultura de otro país, propongo un nuevo proyecto… ¡Taller de escritura creativa 2.0! y… como de todo hay en la viña del Señor… antes de colgar nada en el blog, y previendo que con lo avanzado que está el mundillo de internet, algo similar habría… primero busqué, y esto es lo que encontré:

“Esta versión 2.0 de nuestro taller de escritura creativa tradicional, está dirigida a todos aquellos que:

—Desean mejorar su capacidad para contar historias —es decir, que están interesados en un taller de escritura creativa.

—Sienten curiosidad por comprender mejor el proceso por el que el mundo web está suplantando al mundo del tradicional libro de papel, y cómo afecta este proceso a las historias que nos contamos y a los nuevos registros emergentes que se abren al oficio de narrar.

—Sienten curiosidad por aprender a manejar sencillas herramientas tecnológicas de carácter doméstico que les permitan incorporar a sus escritos fotografías, clips de imágenes en movimiento, links y otros recursos digitales.

—Necesiten afianzar su relación con las inmensas posibilidades que hoy ofrece internet, no solo en sentido creativo, también desde un punto de vista práctico e intelectual.

—Piensen que se aprende mejor en compañía y que puede ser provechoso aportar su deseo de contar historias a un grupo en el que sumar esfuerzos y donde el aprendizaje surja de una acción en común.” (Extracto obtenido de http://www.taller-de-escritura.es/)

    ¡Vaya! Mi idea ya estaba captada… lo que significa que si hay más personas que piensan como yo, podemos llevar lo de la creación literaria más allá, ¡y hacerlo realidad!
Propongo que entréis a la página de Taller de Escritura, y echéis un ojo a todo lo que se nos dice, pues es mi idea inicial, pero están tan bien explicado, que no merece la pena ampliarlo más… ¡excepto! en una cosa… ya que tenemos a hijos conectados a la web 2.0, padres que también se manejan en el torbellino de información que nos dan este tipo de aplicaciones, y profesores (o monitores, o animadores… llamémosles como queramos…) que se ofrecen a participar en la locura llamada internet, ¿por qué no ahora, enseñamos a padres e hijos a escribir a la vez?, que cada uno aprenda del otro y se inviten a participar en los escritos a través de los que vayan construyendo su realidad.

   
Mundos fantásticos y paralelos en los que la familia encuentre otro ámbito más en el que reír, llorar, conocerse… ¡qué más da!, el caso es que jueguen a formar, aquel hogar que les ayude a conocerse un poco más, implicarse en la tarea educativa de los niños, si cabe… ¡aún más!, y juntos puedan leer, al cabo del tiempo, en lo que consiguieron (unidos) creer…


La coexistencia... es posible!!!

Alas de papel tus hojas parecían,
Volando al son del viento que en la tarde acaecía.
Libres volaban tus palabras,
Nosotros las escuchábamos en la noche que ya caía.
Los tiempos pasan, el reloj no para,
Y ahora esta vieja historia contamos,
A la tenue luz de una vieja lámpara,
Esperando que el destino diga qué encontramos.
El viejo va, el nuevo viene,
El camino ha encontrado,
Lo que por mágico la gente tiene. 

    De esta forma quiero empezar esta nueva entrada, que se encuentra muy unida a la anterior que ya hice: “Elección difícil… ¡me quedo con este!” 

    Será defecto de formación, será que todos queremos unir en un solo pack aquello que nos gusta y nos interesa… ¡no sé que será!, pero sí sé, que tecnología y educación, son palabras que pueden ir unidas si todos conseguimos entender el fin. 

    Si echamos una mirada a la historia, podemos ver los inicios de los libros de texto que ya comenzaban a ser vistos en las aulas de nuestros antepasados; y si los comparamos con muchos de los libros utilizados por los niños de hoy en día, encontramos dos similitudes: la primera de ellas tiene que ver con eso de que nuestros libros sean textos documentales, con los que el maestro sabe que tiene un arma de doble filo, pues pueden pasar de ser un material de trabajo a convertirse en un instrumento de adoctrinamiento en un abrir de ojos. La segunda de estas similitudes, tiene que ver con el aspecto didáctico del mismo: los capítulos son abordados de manera lineal y de uno en uno, lo que influye en la forma de dar clase del profesor, y además, no deja vía libre en muchos casos (como ya dije en mi entrada anterior) a la investigación, creatividad y aprendizaje autónomo. Así, vamos un pelín mal si queremos lograr parte de ese tan ansiado éxito escolar.

    Como hemos oído decir tantas y tantas veces, vivimos en la era de las tecnologías, en la era en la que al alcance de un clic, podemos trasladarnos desde España a China pasando por Londres en menos de cinco minutos, es la era en la que todo lo podemos pero nada creemos… 

    Nuestros niños están familiarizados con el ámbito de todo aquello que a nuestros mayores, “se les queda un poco grande”; nadie les ha explicado a esos pequeños seres, cómo conectar una Xbox a la televisión, pero lo hacen… nadie les ha contado cómo mover el mando de la Wii para poder tirar todos los bolos, pero experimentan, y lo consiguen… la mayoría de estos niños de la era tecnológica, saben mandar mensajes de texto con un móvil, cuando aún algunos de nuestros padres creen que pedimos socorro cuando hablamos de un “sms”… 

    En definitiva, muchos de estos niños manejan las tecnologías mejor que los propios libros que a diario utilizan, y (como ya hemos dicho mil y una veces…) estos “aparatejos” que a menudo parecen tener vida propia… les gustan, ¡y les enganchan! 

    Hace mucho tiempo, allá por la Edad Media, comenzaron a aparecer cierta variedad de herramientas pedagógicas, entre las que encontramos los manuales escolares. Si seguimos con el siglo XIX, vemos de la amplia libertad que los maestros tienen, al escoger uno u otro libro de esta o aquella editorial, y si viajamos hasta el siglo XX, podemos preguntarnos qué funciones cumplen los libros: económicas, documentales y didácticas; así la pregunta que cabe hacerse es: ¿podemos ir un paso más allá y proponer un libro virtual? 

    Muchos son los que apuestan por seguir el estilo tradicional aferrándose a viejas creencias, pues parece ser que si ofrecemos al niño un e-book o iPad, no sólo no estudiará sino que se distraerá más… y muchos son también los que opinan que debemos preparar a nuestros niños para el futuro y no solo debemos basar la enseñanza en lo que ya se enseñaba hace 30 años (por no decir más tiempo…) 

    Desde esta reflexión, pretendo basarme en la funcionalidad del libro escolar VS libro digital: 

* Un libro, pretende estructurar nuestras clases, pero para esto nos da igual que el libro sea en papel o digital, desde ambos formatos somos capaces de pasar páginas y llegar al lugar indicado para seguir con la explicación. 

* El libro de texto impreso en papel, pretende darnos una serie de explicaciones que, claro está, el maestro deberá completar… y un libro digital, no solo puede darnos esas explicaciones, sino que podemos acudir (virtualmente) a demostraciones, o solicitar más información en caso de que lo requiriéramos… ¿esto significa que el maestro trabajará menos?: no. La explicación, de un modo u otro, debe existir; pero de una forma cerramos la visión a los niños sobre lo que encontramos sobre un papel, y en digital, su conocimiento se puede expandir. 

* Comunicación ante todo: blogs, webs, wikis… proclamamos el uso de estas vías para ayudar en el éxito que debe conseguir la educación, pero no damos a los niños las herramientas necesarias para poder hacerlo; con el libro digital, el niño incluso podría preguntar al maestro que a cierta hora pudiera estar on-line. 

* ¿Nos hemos planteado cuánto peso llevan los niños en sus mochilas? Y aunque sean de ruedas y solo tenga que tirar de ellas, ¿estamos pensado en estas pequeñas personitas cuando han de subir al autobús con ese peso?, los libros digitalizados disminuyen este inconveniente en gran medida, pero además… ¡cuestión económica!: A priori, el desembolso que supone la compra de un e-book, iPad o ordenador portátil, parece excesiva, pero… ¡echemos la cuenta!, ¿cuánto nos gastamos en libros (ya no refiriéndonos en la vida escolar de un niño…), en un año sin ir a más? 

    Pudiera parecer que todo son ventajas, pero estas no vendrán dadas si previamente no hay una enseñanza. La cosa no consiste en soltar al niño en la escuela, con una herramienta (véase por ejemplo un iPad…) de estas características en las manos, sin explicarles nada… ¡no, no!, todo esto requiere una formación, al igual que una preparación del profesorado y un reciclaje en todo el tema concerniente a las nuevas tecnologías, pero… ¿alguien dijo imposible? Y… ¡debe quedar claro!, proponer un libro digital para usar en el contexto escolar, no conlleva la abolición y quema de aquellos libros de papel… ¡eso no! 

    Leyendo sobre el tema en internet, encontré varias páginas en las que otras personas, se han planteado la misma pregunta que yo: ¿un cambio es posible?, ¿iríamos mejor en cuanto a educación se refiere? Opiniones, hay para todos los gustos, pero creo que no ocurre lo mismo con la experimentación, ni creo que aún nos hayamos molestado en escuchar si los niños tiene algo que decir sobre el tema, pues es a quienes más directamente afecta…




    En cuanto a las editoriales, tema peliagudo… creo que de otra forma negociarían; de hecho, ya hay páginas en internet que venden sus libros en versión digital y, teniendo esta herramienta, somos todavía incapaces de pararnos a pensar y experimentar…